
Transcribimos artículo del suplemento "Olé" del diario Clarín de Buenos Aires reseñado por UruguayCorre:
LA LLAMA EN BS. AS: FIESTA A LA NUESTRA
Nuestros atletas encendieron el fuego olímpico, en una fiesta bien argentina: colados, retrasos, emoción y color. Olé la siguió en bicicleta.
ERNESTO RODRIGUEZ III | erodriguez@ole.com.ar
Fue como esos asados familiares de mesa larga y bullanguera en los que nunca se sabe cuántos serán a la hora del almuerzo, las comadres pelean por ver quién hace la mejor ensalada rusa, reverdecen discusiones por el lavado de platos y aunque alguno se haga el tonto para pelar la billetera, se van sintiendo que la pasaron bárbaro. Así pasó la antorcha por la Reina del Plata, bien a la nuestra, con defectos (pocos) y muchas virtudes.
Las imágenes de casi cuatro horas pedaleando junto al fuego olímpico pasan como postales: los dragones y tambores chinos en la previa; la rigidez marcial del muchacho oriental que portaba la cajita de cristal con la llama; la llegada tarde de Macri (anótese media falta, Mauricio); los aplausos en cuanto Camau Espínola dio el primer paso; la sorpresa de ver cómo el fuego pasaba de bote en bote en Puerto Madero; los exagerados "mimos" de la policía; los colados que se engancharon en el convoy de cuatro cuadras; las bombitas que llovieron en Plaza de Mayo; la gente que invadió Diagonal Norte atrasando otra media hora; la emoción de veteranos de mil batallas olímpicas recibiendo temblorosos la tea; la cara esperanzada de D'Alessandro esperando el relevo con más ganas que entrar a la final del Mundial; la alegría de Pablito, el pibe de 17 años con Down que hasta firmó autógrafos; Cristian Miniussi yendo hasta su anterior parada para hacerle de lazarillo a Silvio Velo, talento de Los Murciélagos; los que aplaudían y tocaban bocina de onda, sin quejarse por los cortes; el segundito que se le apagó la llama a Daniela Krukower; el incansable Zhuang Ting Wan (cholulo made in Macao) corriendo para llevarse la firma de los 80 relevistas; el arrebato de los D'Elía chinos a los que exponían sus ideas en paz; la entrega total de los voluntarios; la satisfacción de que Gaby Sabatini cerrara sin grandes conflictos.

Al fin, bien se sabe que el paseo de ayer tiene un toque de negocio, otro de política y varios condimentos más. Pero hubo algo intangible que superó todo. Los que faltaron (Diego y Bati), se la perdieron. Los que estuvieron, se fueron pipones, pidiendo un aplauso para los que encendieron el fuego olímpico."
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